Cartas de Amor
Para Laura, ser mamá era tener el pelo bien arreglado siempre y que baile al ritmo de los tacones mientras roza los hombros. En realidad, también era taconear: clic, clack; era un súper poder aquello de ponerse más alto y hacer sonidos contra el suelo de su casa. Le gustaba sentir que su corazón se aceleraba al mismo ritmo en que oía sus pasos.
Para Pedro, ser mamá era acostarse tarde en la noche. La vida nocturna de los padres es todo un misterio. Imaginaba a su mamá haciendo guerra de almohadas y contando chistes, mientras peleaba con papá por el control de la tv. Algún día sería acreedor de sus privilegios.
Para Sofía, ser mamá era tener una mesita de noche con curiosidades inagotables, siempre revolcada, infinita. Lapiceros de propaganda, libretas empezadas, papeles de pastillas que olían distinto, un cepillo de cerdas suaves, un libro que nunca era el mismo, brillito de labios: una galaxia de fina coquetería. Su mamá ponía cuidadosamente un dulce -sus preferidos-, para cuando abriera el cajón, sonreía cada que lo abría.
Para Juan, ser mamá era trabajar todo el día. Ser importante, carraspear antes de hablar, tener dinero a la mano para devolverle a los clientes. Debía sentirse muy bien ganar dinero, los dedos de su mamá siempre olían a billetes que han pasado por muchas manos y ese olor le gustaba. Apretarse el delantal bien ceñido a la barriga también le parecía un acto de poder.
Para Natalia, ser mamá era tener gafas y una voz melodiosa para contar historias. Empezaba a escucharla intentando no parpadear, y sin querer su voz la iba llamando hasta terminar en sus piernas, cerca de su boca, recostada en su hombro. Imaginaba que en su garganta había duendes azucarando las palabras y siempre estaba dispuesta a suplicar por otro cuento, por el último, porfavorcito. Cuando tenía miedo, trataba de imitar a su mamá, tendría que practicar para cuando tuviera sus hijos.
Para Santiago, ser mamá era hacer vueltas. Él había ido al parque, y había intentado hacer unas cuantas y había quedado totalmente mareado. Su mamá salía todos los días de casa a hacer vueltas y la admiraba, y no entendía cómo era tan ágil de salir en la mañana y llegar en la noche, sin marearse.
Y así, para todos los niños del mundo, ser mamá, en algún momento, fue algo tan preciso, tan tangible, tan puntual. Porque las grandes verdades abarcan tantísimo que no somos capaces de conceptualizarlas, de definirlas. La célula existe hace muchos años y su definición permanece intacta, sin embargo, las madres existimos desde siempre y no hay sino intentos de frases célebres con qué describirlas, con qué describirnos en la infinidad de pequeñas cosas que nos aceleran el corazón, para las que somos útiles, por las cuales lloramos o reímos, y gracias a las cuales existimos.
¿Qué es ser mamá, para sus hijos? Más que darles una definición de un adulto, llévense la propia.
“Es oler rico detrás de las orejas; es hacer mucho ejercicio; es tener que perdonar siempre a los hijos”- Mariana.
“Son las manos más ricas, la persona única con que yo me pegaría con colbón y nunca me despegaría; con la que comparto las papitas de limón y no me da rabia” -Elisa.
Así es ser mamá: sensaciones que nos prenden el calor en el cuerpo, las ganas de llorar, nos hielan el alma, nos hacen sonreír, y nos cortan las palabras para expresar todo lo que significa.
FELIZ DÍA DE LA MADRE.
ERES LA MADRE QUE TUS HIJOS HAN ELEGIDO.
ENTONCES,
ERES LA MEJOR MADRE PARA ELLOS.
XMsUHvJQl
Dejar un comentario